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jueves, 7 de julio de 2011

Desvanecerse.

Alguna vez me enseñaron a dar las gracias a extraños y a conocidos, a no comer con las manos y a no poner los codos sobre la mesa. Me dijeron que debía sonreír en público y llorar cuando nadie me viera. Me recordaron una y mil veces que debía demostrarle a los demás lo que soy ocultando siempre mis carencias y defectos. Me instruyeron para contestar “bien, gracias” cuando alguien me preguntaba “¿qué tal estás?”. Me hicieron ver películas en las que el amor triunfaba y apenas dolía. Me contaron que masturbarse no era de señoritas decentes y que el sexo sólo debía practicarse por amor. Me recomendaron felicitar a unos padres ante el nacimiento de un hijo y a llorar en los funerales. Me contaron que vivir es algo maravilloso y la muerte una puta que se va con cualquiera. Después, todo se desvaneció. Dejé de dar las gracias, a comer con las manos y a poner los codos sobre la mesa. Aprendí a llorar y mostré sin tapujos todas mis carencias en público. Alguna vez fui capaz de decir “estoy jodida” cuando alguien tuvo la osadía de preguntarme “¿qué tal estás?”. Nunca me gustaron las películas de amor, así que las escondí en un cajón. Exploré mi cuerpo y follé sin hacer el amor. Compadecí a las embarazadas y envidié a los muertos mientras sentía la necesidad de desvanecerme y no sentir nada...

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