Que ya no sé si estoy bien, que ya no sé si estoy mal, que solo sé que te quiero y que no puedo aguantar mas

Aunque tu no lo sepas

Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo
iluminado
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos...
Y aunque tu no lo sepas,
yo te he visto cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero,
curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado en la cama,
sin prisa, muchas tardes,
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuando se te marchas.
Aunque tu no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos,
paseamos por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones,
elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir entre la realidad y el pensamiento.
Espiada a la sombra de tu horario o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz de un sueño
que no recuerdas cuando despiertas.

Ante cualquier contratiempo conviene llevar un sol en el bolsillo

Prejuicios

Vivimos en una sociedad en la que etiquetamos a la gente sin conocerla. Las etiquetas no sirven de nada, porque no se puede juzgar a una persona por un simple hecho, ya que cometemos millones diariamente y solo observamos uno de todos esos y no sabemos el por qué se ha hecho, quizás tenga una razón razonable...
Y tampoco podemos juzgar a una persona por su apariencia, la forma de vestir, ni la forma de hablar, ni por la forma de caminar, ni por la forma de peinarse, ni por como lleve las uñas, es irónico, surrealista, etiquetar a la gente no es un acto respaldado para decir pertenece a este grupo o al otro, es esto o lo otro, vale la pena o no.
Simplemente nos basamos en la primera impresión, y está bien que elijamos a un tipo de personas a las que tener cerca, pero no por eso los demás tienen que ser  peor o mejor, simplemente diferentes.